En términos actuales cuando se menciona la máscara social nos viene inmediatamente a la mente esas máscaras que usamos para protegernos de un posible contagio por el Coronavirus de la pandemia actual.

Aquí más bien me refiero a la máscara social descrita por el psiquiatra Suizo Carl G. Jung, quién afirmó que todos portamos una máscara que nos permite comunicar y transmitir aspectos socialmente aceptables de nuestra personalidad y simultáneamente ocultar características no deseables y bochornosas que incluso resultan chocantes para si mismo.

Sin embargo este mecanismo psicológico que nos permite ocultar y reprimir todo lo inaceptable, no es del todo eficiente porque permite de una forma u otra que esté material indeseable se manifieste a nivel consciente, de modo que encuentra expresión en la conducta causando problemas y vergüenzas.

ocurre también que eso inaceptable de nosotros mismos no se expresa claramente cómo tal y logra su expresión en forma de dolores de cabeza, molestias gástricas, irritabilidad, ansiedad, depresión, estrés y otras manifestaciones que disfrazan su verdadero origen.

Jung advirtió que lo reprimido enferma y lo que se reconoce o se hace consciente nos reafirma y hace fuertes. No debemos interpretar esto como una señal para dar rienda suelta a nuestras tendencias antisociales que reprimimos, más bien esto significa que debemos tener el valor de reconocer lo inaceptable y hacerlo consciente para integrarlo a nuestra personalidad y así poder vivir con más integridad y plenitud.